Los motivos detrás de los ataques terroristas y del ilegal bloqueo económico a Cuba se encuentran delineados en el historial interno, y a nadie debería sorprender descubrir que encajan en un patrón similar, por ejemplo, al de Guatemala unos años antes.
Desde el punto de vista temporal resulta claro que el temor de un ataque ruso no pudo ser un factor decisivo. Los planes para forzar un cambio de régimen habían sido formulados e implementados mucho antes de que hubiera una conexión relevante con Rusia y, tras la retirada de ésta el castigo se intensificó. Es cierto que la amenaza rusa sí llegó a existir, pero fue consecuencia y no motivo del terrorismo y la agresión económica por parte de EEUU.
En julio de 1961 la CIA anunció que "la amplia influencia del 'castrismo' no es una función del poderío cubano... la sombra de Castro se extiende debido a que las condiciones sociales y económicas a lo largo de Latinoamérica incitan a combatir la autoridad dominante e instigan a la rebelión con fines de cambio radical", para lo cual la Cuba de Castro marca la pauta. Anteriormente, Arthur Schlessinger había entregado su informe de la Misión Latinoamericana al presidente electo Kennedy, donde le advertía acerca de la susceptibilidad de los latinoamericanos a la "idea de Castro de ocuparse uno mismo de sus asuntos". El informe identificó cierta conexión con el Kremlin: la Unión Soviética "ronda entre bastidores, suministrando cuantiosos préstamos para infraestructuras y presentándose como modelo para lograr modernizarse en una sola generación". El peligro de la "idea de Castro" es particularmente grave, según Schlessinger, cuando "la distribución de tierras y otros bienes del patrimonio nacional favorecen a las clases acaudaladas" y "los pobres y los marginados, movidos por el ejemplo de la revolución cubana, exigen entonces oportunidades para llevar una vida digna". Kennedy temía que el apoyo de Rusia pudiera presentar a Cuba como un "modelo" de desarrollo, dando a los soviéticos ventaja a lo largo y ancho de Latinoamérica. A principios de 1964, el Consejo de Planificación Política del Departamento de Estado se extendió también sobre estas preocupaciones: "el principal peligro que Castro representa radica... en el impacto que la sencilla existencia de su régimen ha tenido sobre los movimientos de izquierda en los países latinoamericanos... La simple realidad es que Castro representa un auténtico desafío a los EEUU, una contradicción a nuestra política en el hemisferio por más de un siglo y medio". En pocas palabras, escribe Thomas Patterson, "Cuba, ya sea en realidad o simbólicamente, desafió la hegemonía estadunidense en Latinoamérica". El terrorismo internacional y la hostilidad económica con fines de forzar cambio de régimen se justifican no por lo que Cuba hace, sino por su "mera existencia", su "auténtico desafío" ante el legítimo dueño del hemisferio. Tal desafío pudiese justificar acciones aún más violentas como en Serbia, tal y como fue reconocido, o como también se ha visto en Irak cuando los pretextos se agotaron.
Noam Chomsky en Hegemony or survival.