Y así sin más un 16 de febrero escribí un post, ahora escribo otro seis meses después sin saber como lo voy a terminar, nunca había dejado de escribir por tanto tiempo…
Mucho ha ocurrido desde entonces, uno de mis mejores amigos murió en un accidente en junio, la noticia me cayó de sorpresa, apenas una semana antes estuve chateando con él, le conté los detalles de mi viaje a tierras no americanas (tierras en las que él ha estado muchas, muchas veces) y él se emocionaba conmigo sobre la historia que dio origen a dicho viaje, me dio consejos y también sus mejores deseos, R. murió días antes de que tomara mi vuelo de partida y se quedó sin conocer el final de la historia, R. y yo nos conocimos a través de este blog, y cuando me fui a vivir a
Mi paso por el DF no hubiera sido el gran evento que fue en mi vida si R. no hubiera estado ahí: días de cine, noches de conciertos, tardes de pláticas, música y complicidad, días en donde hubo de todo, cosas que me alegraron y otras que me entristecieron, pero que indudablemente me definieron y me permitieron crecer como ser humano. Los conciertos fueron increíbles: la noche en el Lunario con Kraftwerk fue especial y bien bonita (R. me llamó por la tarde: -¿Qué planes tienes para esta noche? Tengo boletos para Kraftwerk, ¡vamos!- y fuimos), los conciertos de los Candy fueron bien divertidos (después de los conciertos repartíamos músicos a domicilio en el DF) y el concierto de Depeche Mode un viernes en el Foro Sol en el Touring the angel fue inolvidable.
Tengo tantas cosas que ya no podré contarle a aquel que se fue, que ya no está, pero la vida continúa y aquí estoy otra vez, escribiendo, tengo aún tantas cosas por decir, por reflexionar, por experimentar, por vivir, y tengo motivos para continuar, para seguir, para fluir, fluir y fluir, al final de eso trata la vida.
Gracias amigo por el tramo que recorrimos juntos, gracias por haber estado, ¡Hasta siempre!