En este mundo constantemente veo barbaridades, injusticias, incongruencias, y desde hace un tiempo, al darme cuenta de tales destrozos, de sus justificaciones y objetivos, una sonrisa aparece en mi rostro, así, sin forzarlo, se muestra como un reflejo, no es que me alegre pero es que ya tampoco me indigno, empezaba a preocuparme, ¿Seré insensible? ¿Por qué sonrío ante el desastre? Lo pensé mucho, y entonces, hace unos días que escucho a Ikram Antaki en una grabación de una de sus intervenciones en Monitor en la cual abordaba la historia del Papado como Institución, y una de sus reflexiones finales fue la siguiente:
"...cuando estaba repasando la historia (de los Papas) me daba una tierna tristeza. Yo colaboro contigo desde hace diez años y repetimos cada semana que de la historia hay que aprender y tu lo dices y yo lo digo, y si los hombres aprendieran, y cuando miraba esta historia me di cuenta que la gran lección, la sabiduría de la historia no es esa, nos equivocamos tú y yo, no es llegar a aprender porque nunca se aprende, es llegar a lo que se llama la risa homérica, una risa que estalla y que mueve los cimientos de la tierra, la risa que los franceses llaman: “la cortesía de la desesperanza”, el hombre no aprende la historia aunque sepa historia y entonces uno tiene que tener una sonrisa triste y tierna, y sin embargo hay que amarlos."
Entonces al fin lo entendí, a través de esa reflexión tuve la explicación de mi particular sonrisa que habla, ahora lo sé, de mi tierna tristeza... (ahora comprendo qué es la sabiduría de la historia).
"...cuando estaba repasando la historia (de los Papas) me daba una tierna tristeza. Yo colaboro contigo desde hace diez años y repetimos cada semana que de la historia hay que aprender y tu lo dices y yo lo digo, y si los hombres aprendieran, y cuando miraba esta historia me di cuenta que la gran lección, la sabiduría de la historia no es esa, nos equivocamos tú y yo, no es llegar a aprender porque nunca se aprende, es llegar a lo que se llama la risa homérica, una risa que estalla y que mueve los cimientos de la tierra, la risa que los franceses llaman: “la cortesía de la desesperanza”, el hombre no aprende la historia aunque sepa historia y entonces uno tiene que tener una sonrisa triste y tierna, y sin embargo hay que amarlos."
Entonces al fin lo entendí, a través de esa reflexión tuve la explicación de mi particular sonrisa que habla, ahora lo sé, de mi tierna tristeza... (ahora comprendo qué es la sabiduría de la historia).
1 comentario:
A dos mil doce...
Que tierna tristeza asoma el rostro de los mexicanos hoy; tan cerca,
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