Nueva ciudad, nueva cotidianeidad, yo trato de reinventarme, pero mucho de mi permanece igual (no puedo dejar de ser yo en muchos aspectos), hoy sólo quiero ir al cine y olvidarme del mundo, de lo que es, de lo que fue, de lo que pudo haber sido, de lo que será; quiero dejar de ser consciente de mi propia existencia por esos instantes en los que se apaga la luz en la sala y una imagen comienza a correr en pantalla, hoy quiero observar otras vidas, otras historias, otros contextos, aunque al final muchas historias terminan asemejándose a las que todos vivimos sólo que con diferentes desenlaces...
En el post pasado extrañaba el df y dibujé una sonrisa en mis labios, ayer noche quise estar en Guanajuato ciudad y me invadió la melancolía, después tuve un sueño bastante extraño pero agradable, un protagonista inesperado apareció y construyó una historia conmigo (one with non-western eyes), me gusta soñar, soñar a ojos cerrados sin consciencia de la realidad, es una de las cosas que más disfruto, soñar a ojos abiertos sin embargo, no me gusta, la consciencia de la realidad termina por ponerlo todo en su debido lugar...
Extraño mis tardes en la ciudad sobre la cañada: ‘el gato sobre la taza caliente’, el ‘zilch’, el ‘bossanova’, ‘la esquina para degustar arquitectura’, aquí lo más cerca que tengo es un Strbcks a 5 cuadras, fui esta semana una tarde y me acordé de Hendrik y nuestros encuentros en los Strbcks de Mazarik y Campos Elíseos para platicar horas y horas, para mi entrar a un Strbcks en el df era encontrarme con él, aquí no me pude ni encontrar conmigo misma, me la pasé leyendo todo el rato sobre un sillón en una terraza...
Nueva ciudad, nueva cotidianeidad, será cuestión de acostumbrarme, mientras tanto soñar a ojos cerrados ha resultado ser un buen placebo para aliviar la melancolía...
Cancioncita fetiche al momento: “Dream on”, Depeche Mode. (Aparte me encanta el video clip!)
♪ What you take won’t kill you, but careful what you’re giving. Can you feel a little love? Can you feel a little love? Dream on, dream on... ♪
Cuando se ha salido del círculo de errores y de ilusiones en el interior del cual se desarrollan los actos, tomar posición es casi imposible. Se necesita un mínimo de estupidez para todo, para afirmar e incluso para negar. E.M. Cioran
octubre 28, 2006
octubre 26, 2006
dreams, dreams, dreams!
¡El de hoy fue maravilloso! ¡Casi unos minutos antes de despertar! ...y eso que sólo aparecía una carta en mis manos (¡vaya ahorro en producción onírica!), pero lo importante estaba en las palabras escritas en ella, ya va para once meses de tan sorprendente suceso y el recuerdo de aquel reencuentro aún me dibuja una sonrisa en los labios... y luego esa canción que se me presenta una y otra vez...
p.d. missing df...
p.d. missing df...
octubre 06, 2006
de sed, de ríos, de whisky on the rocks!
Hay una frase con la que sintonicé desde que la escuché en la penúltima estrofa de "Dos horas después" de Sabina:
"Tiene la vida un lánguido argumento
que no se acaba nunca de aprender,
sabe a licor y a luna despeinada
que no quita la sed."
Sin embargo he descubierto que, cuando un ‘buen whisky’ y una ‘luna radiante’ vista desde ‘la ventana adecuada’ se sincronizan, se aminora la desesperación embalsamadora de la existencia. Durante esos instantes las dudas asemejan evidencias asequibles sólo desde el otro lado del espejo, donde una ilusión óptica permite acariciarlas con las yemas de los dedos. Así sucede también en la vida: hay momentos en los que la saciedad parece estar a la vuelta de la esquina, y otros en los que la calle parece alargase a cada paso alejando la esquina que se quiere doblar.
El primer caso es lo más cercano a lo que siento, un dragón surcó fugazmente mi cielo nocturno triangulando en su vuelo con mi ventana y la luna, desde mi perspectiva percibí un equilátero perfecto. ¡Qué tino el que haya sido en el instante preciso en que mis labios tocaron el vaso que contenía mi whisky on the rocks !
"Tiene la vida un lánguido argumento
que no se acaba nunca de aprender,
sabe a licor y a luna despeinada
que no quita la sed."
Sin embargo he descubierto que, cuando un ‘buen whisky’ y una ‘luna radiante’ vista desde ‘la ventana adecuada’ se sincronizan, se aminora la desesperación embalsamadora de la existencia. Durante esos instantes las dudas asemejan evidencias asequibles sólo desde el otro lado del espejo, donde una ilusión óptica permite acariciarlas con las yemas de los dedos. Así sucede también en la vida: hay momentos en los que la saciedad parece estar a la vuelta de la esquina, y otros en los que la calle parece alargase a cada paso alejando la esquina que se quiere doblar.
El primer caso es lo más cercano a lo que siento, un dragón surcó fugazmente mi cielo nocturno triangulando en su vuelo con mi ventana y la luna, desde mi perspectiva percibí un equilátero perfecto. ¡Qué tino el que haya sido en el instante preciso en que mis labios tocaron el vaso que contenía mi whisky on the rocks !
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