marzo 28, 2005

La Amazonia bajo el destino manifiesto!

El 22 de marzo pasado se celebró el Día Mundial del Agua y muchos ni por enterados se dieron ¿Por qué celebrar a este recurso en particular? Para mí queda claro, el agua es la fuente de la vida y el futuro de ésta en la tierra dependerá de los recursos acuíferos. La lucha por el agua es ya una realidad y la ONU prevé que podrían desatarse conflictos de gran magnitud por la carencia o acopio de este líquido. México tiene un pacto que lo obliga a pagar 2 mil millones de metros cúbicos de agua a EE UU por el uso compartido del Río Bravo, esta situación ha desatado una crisis, ya que México desde hace algunos años no ha podido cumplir sus compromisos debido a las sequías que han afectado la zona. Sin embargo, América Latina es un continente bendecido con agua en abundancia, la región amazónica cuenta con más de una quinta parte de las reservas mundiales de agua dulce, es por ello que EE UU ha vuelto sus ojos hasta esta región desde hace ya algunos años y pretende, al parecer, ejercer su hegemonía hasta esas tierras (el imperio está ya planeando su futuro abastecimiento del vital líquido). Al respecto me permito incluir a continuación ciertos estractos de un artículo de Heinz Dieterich sobre este suceso que ya se está gestando:

El 28 de enero del presente, en Washington, D.C., la Secretaria General de la Organización del Tratado de Cooperación Amazónica (OTCA), Rosalía Arteaga, y el Secretario General Interino de la Organización de Estados Americanos (OEA), Luigi R. Einaudi, firmaron un acuerdo sobre “Manejo Integrado y Sostenible de los Recursos Hídricos Transfronterizos en la Cuenca del Río Amazonas”, que constituye un nuevo paso trascendental de Washington hacia la apropiación final de la Amazonia.

En una primera etapa, la OEA administrará 700 mil dólares del Fondo Mundial para el Medio Ambiente, conocido como GEF, Global Environment Facility, y dará apoyo técnico. La OTCA coordinará regionalmente el proyecto. El tratado tiene el objetivo de desarrollar un “modelo de gestión del agua”. Considerando que más del 20 por ciento del agua dulce del mundo se encuentra en la Amazonia, en la cuenca de agua dulce más grande del mundo, y que el área abarca una superficie superior a los 7.8 millones de kilómetros cuadrados, ese acuerdo con fines paradigmáticos es de importancia histórica.

El Acuerdo no se limita, sin embargo, al vital líquido. Prevé también proyectos en las áreas de medio ambiente y salud, protección del medio ambiente e integración económica y conservación y gestión sostenible de la biodiversidad.

George Bush ha de estar festejando este acuerdo. Todas las fichas latinoamericanas caen como dominós, facilitando la apropiación de la Amazonia, la regionalización del Plan Colombia y la destrucción de los movimientos sociales del área.

Los ocho Estados latinoamericanos miembros de la OTCA: Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador, Guayana, Perú, Surinam y Venezuela, tratan a la Amazonia como si fuera el puesto de tamales de la abuela en la esquina de su casa, y no la región de materias primas estratégicas más importante del mundo con una extensión territorial equivalente al 73 por ciento de la superficie de Estados Unidos.

La ineptitud de esos aparatos diplomáticos, su falta de visión estratégica y de una doctrina diplomática latinoamericana a la altura de un naciente sistema mundial multipolar y del estatus de sujeto de la Patria Grande, son tan profundas que hay sectores que proponen que el imperialismo francés participe en la OTCA, a raíz de su colonia en Guyana (Departamento de Ultramar), supuestamente para “equilibrar la influencia de Estados Unidos”.

Esa posición, sostenida incluso por personajes de la diplomacia venezolana, refleja el neocolonialismo mental absoluto de estos funcionarios que no logran, ni les interesa, concebir el mundo sin la mano conductora de las potencias mundiales. La solución al problema de la Amazonia no es tratar de equilibrar el imperialismo estadounidense con el europeo, sino de mantener a ambos expoliadores fuera y formular un plan maestro de desarrollo latinoamericano-bolivarianista para esa región, con plena participación de los pueblos indígenas y de las fuerzas patrióticas latinoamericanas.

El proceso de subversión balcanizadora que observamos desarrollarse actualmente en la Amazonia tiene sobradas antecedentes en la historia del imperio. El expansionismo intervencionista fue congénito a la elite estadounidense que liberó a las trece colonias de Gran Bretaña, hecho por el cual ha demostrado siempre una consumada destreza en apoderarse de riquezas y tierras ajenas, bajo la bandera del Manifest Destiny y modalidades muy diversas, entre ellas: la compra, con o sin amenazas militares, como en el caso de Louisiana y Alaska; la intervención militar directa, como en Puerto Rico (1898); la creación de una Quinta Columna interna, como en el modelo de secesión utilizado por James Monroe para separar a Texas del Estado mexicano (1829); la cooptación o el apoyo a un sector secesionista de la elite nativa, paradigma utilizado por Theodore Roosevelt para separar Panamá de la República colombiana (1903); el uso de resentimientos étnicos, históricos o diferencias religiosas, como en la balcanización de la Unión Soviética y, actualmente, la manipulación electoralista y callejera de “fuerzas de la oposición”, financiadas, dirigidas y mediatizadas desde Washington y las fundaciones de George Soros, para convertir las ex-republicas soviéticas de Asia Central en satélites estadunidenses.

La Amazonia puede ser comparada en términos de geopolítica y geoeconomía con la estratégica zona de Asia Central o con el Medio Oriente, de tal manera que toda diplomacia latinoamericana que no conceptualiza a la Amazonia como blanco de la subversión balcanizadora estadounidense, es simplemente diletante o cipaya.


Ver el artículo completo de Heinz Dieterich: Washington anexa la Amazonia: las cancillerías latinoamericanas se duermen (I)


Y pensar que se sigue deteriorando y contaminando el medio ambiente, se continúan sobreexplotando los recursos naturales no retribuyéndole a la naturaleza lo que se le quita, además las grandes potencias como EE UU siguen sin respetar el Protocolo de Kioto aunque el calentamiento global es ya una realidad. Es sólo cuestión de tiempo para que el destino nos alcance y el planeta nos pase la factura...

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