agosto 16, 2005

the music lovers know the score...

Una pequeña que hace ya tiempo estudiaba música, recibió de sus profesores varios consejos para aprender a escuchar y analizar una pieza musical. El ejercicio auditivo se iniciaba con intervalos armónicos, seguidos de acordes, y luego, secuencias de acordes cada vez más largas, esto se realizaba al piano y después se enriquecía con grabaciones que añadían al trabajo de audición elementos tímbricos distintos, dicho trabajo auditivo se complementaba, además, con la parte analítica, la cual se abordaba de diferentes modos:

-Se escuchaba una obra o fragmento sin partitura y a partir de la mera audición se trataban de identificar los rasgos más característicos, la forma, el estilo, la tímbrica...

-Se escuchaba una obra con partitura y a partir de esa audición se identificaban las características principales que configuraban dicha obra.

-Se estudiaba primero la partitura y se trataba de escucharla internamente.

Todo lo anterior le sirvió a la pequeña para entender la música como un todo, sin concentrarse exclusivamente en la línea melódica, y así disfrutarla mientras la interpretaba, el trabajo armónico instrumental era muy importante porque le permitía automatizar los elementos armónicos que conocía y llevarlos a la práctica en tiempo real durante la ejecución...

...la pequeña creció, y tiempo después ha descubierto otra aplicación para dicho análisis, solo que ahora ha encontrado la manera de trasladarlo de las notas a las letras, y de los diferentes timbres instrumentales al sonido de la voz, ello la ha llevado a entender algo con lo que ahora se siente satisfecha y feliz...


En la música todos los sentimientos vuelven a su estado puro y el mundo no es sino música hecha realidad. Arthur Schopenhauer

3 comentarios:

Alberto Espejel Sánchez dijo...

tengo unos 9 meses de no ir a gto, las fotos que pusiste abajo me dejaron con una metafísica lagrimota, acompañada de una sonrisa y una duda: la primer foto no identificaba dónde era, hasta que di con la palabra "ocho", tan perfectamente alineado, que comprendí que se trataba de aquel bar de 2x25 las chelas de barril (deliciosas) donde, apretados y jugando billar, podíamos escuchar a radiohead, moby o massive attack de vez en cuando, lo que me llev a entender que finalmente remodelaron el pasillo que está entre el templo de san diego y el hotal san diego verdad?, esa banquita que se ve, si existía, no la recuerdo, y eso me angustia (y a la vez me deja una cita para el futuro): yo tenía un mapa mental de la ciudad de gto, sobre todo para lo que dan por llamar insignificante . me senté en esa banca con tu foto, pues

¿qué hacías en gto? ¿ya no estás en el df?

con éstos últimos textos estoy seguro que alguna vez te vi, no en el juárez, el ocho o el truco, sino a plena madrugada caminando alguna calle, rehaciéndola a través de la hora y las huellas, sé que así te conocí, aunque fuera con la mirada (que para nada es cosa menor)

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la pequeña de éste post le hubiera gustado a cortázar no crees? esas primeras conciencias de lo absoluto, lo total, habitando mundos nada remotos como la música, la escritura, la respiración, la concatenación exquisita

salu2, salu2, salu2 / salud!!!

Hans Lazzaro dijo...

Para mi la música es alimento esencial del alma, al igual que la literatura y la belleza. Los tres y en especial la primera, son mi verdadero terapeuta, sin los cuales no podría sobrevivir. El sibaritismo es una consecuencia de unir los tres anteriores en una mesa. Gracias jz, por provocar esta reflexión. Besos!!

jAz dijo...

Hola Alberto! Efectivamente, ese pasillo que comunica el jardín con la calle de Alonso fue remodelado, se le ganó terreno a la subterránea y se formó una pequeña plazuela resguardada por la escultura de un Quijote erguido que mira hacia el cielo mientras lo apunta con su lanza, y si, al fondo se aprecia el "Ocho" que sigue siendo un buen punto de reunión y disfrute (tal como tú lo describes), no se si conociste el bar del "Santo", allá frente a la oficina postal, bueno, recientemente fue reubicado justo al lado del "Ocho" (al edificio claro que se ve atrás de la farola en la foto), si no has ido a esa nuestra ciudad en un rato te sorprenderás cuando lo hagas, se han rehabilitado muchas de sus plazuelas y calles con cambios de pisos, mobiliario urbano, colocación de árboles e iluminación escénica; yo sigo en el DF, pero he ido a nuestra pequeña ciudad con regularidad, y como no hacerlo, si concuerdo con las palabras con las que la describiste hace algún tiempo en un genial post en tu blog (“a los guanajuatenses” se llamaba), en tus palabras esa ciudad: “...es tan solo la certeza de un territorio propio, unísono, fantástico -como el de la poesía-, todo ello por ser nuestra ciudad ajena, nuestro ardid, nuestra duna virgen. Nuestra isla. Nuestro París. Pero tu Guanajuato no tiene que ver con el mío, eso es seguro”.

Querido Hans! Vaya afinidad la nuestra! Ojalá algún día podamos coincidir y disfrutar de nuestras concordancias en una mesa, acompañados claro, como un extra, de las bondades de la buena cocina, un abrazo...