
También disfruté de Así en la tierra como en el cielo (Så som i himmelen) de Kay Pollak (Suecia 2004). Soy gran admiradora del cine escandinavo y me declaro fan del cine sueco, tiene algo que me mueve, que me llega, así que el saber que la película antes mencionada viene de aquellas gélidas tierras fue razón suficiente para decidirme a verla, fue una atinada elección, no salí decepcionada. La película gira en torno a la creación musical, Daniel el protagonista, músico célebre, sufre una crisis que lo hace retirarse de los escenarios y regresar a su pueblo natal, ahí comenzará una búsqueda interna por hacer realidad el sueño de su niñez: hacer música que abra el corazón de las personas, en esa búsqueda enfrentará los miedos y conflictos que le hacían aislarse y le impedían acercarse a la gente, y es que ¿Cómo crear música que abra el corazón de las personas si no se permitía conocerlas, sentirlas, quererlas? Daniel se enfrentará con una duda: cuando una persona te gusta ¿Cómo saber que no lo amas? Difícil planteamiento para alguien que como él no se ha permitido el amar a alguien, sin embargo, su experiencia en esa búsqueda de creación musical en su pueblo natal le permitirá resolver esa duda.
Las actuaciones son excelentes y la música aparece como el elemento cohesionador, de comunicación, de reflexión y de goce que permite que un grupo de personas se identifiquen y respeten entre sí a pesar de las diferencias que entre ellos existen. El gélido paisaje sueco contrasta con los cálidos sonidos emitidos por los personajes en esa búsqueda interna de sentir y transmitir la música con su propio cuerpo, definitivamente la voz humana es un instrumento maravilloso que manifiesta la música que sentimos en el interior, la cual refleja, a su vez, nuestros sentires más profundos...
mi confianza fue más allá de las palabras... quiero saber lo que valgo, sentir que estoy viva... quiero sentir que estoy viva cada día de mi vida... el paraíso que creí que estaba ahí, lo encontraré en otra parte...

