Caminando llegamos a cierto lugarcito de esa intrincada colonia en donde confundo mi dirección cada vez que voy, unas guinness y otros colegas nos esperaban. Hablamos de la difícil situación de nuestra profesión en estos días: las bolsas de trabajo de nuestras respectivas casas de estudio son insuficientes, la situación económica no ayuda, bla bla bla... algo de alcohol, desesperanza y sentido del humor, ingredientes adecuados para el autosarcasmo nocturno compartido (perfectamente aderezado por la música de The Cure, Radiohead y U2), concluimos que seguimos siendo artículos de lujo para el grueso de nuestros congéneres, y el ego casi inherente a la profesión tampoco ayuda.
Paréntesis de reflexión. En lo personal me resulta más interesante, innovador y necesario el buscar, desarrollar y proponer un lenguaje cimentado en el estudio del hombre, sus necesidades, su entorno y su tiempo. Un lenguaje propio que se materialice en la arquitectura pero que no tenga su razón de ser en la búsqueda formal per se, es decir, los elementos de forma y espacio deben presentarse, no como fines en sí mismos, sino como medios para satisfacer una necesidad del ser humano en respuesta a condiciones de funcionalidad, intencionalidad y contexto. La busqueda de un entendimiento ontológico de la arquitectura se me presenta ahora como un medio adecuado para comprender y reentender en su totalidad la idea y el sentido de la arquitectura. Si la actividad arquitectónica centra su atención en la problemática 'estética' de la arquitectura estará desvirtuando entonces el quehacer primordial del oficio. Ya lo decía Sáenz de Oiza: "Nadie interpreta ya la totalidad. Nadie entiende la arquitectura como un todo". Termina paréntesis de reflexión.
Otra dificultad de la profesión sobre la que se habló, se refirió a la comunicación entre cliente y arquitecto, yo expuse que ésta es indispensable para lograr un trabajo que satisfaga tanto al cliente, quien es el que va a habitar el espacio, como al arquitecto, quien debe plantear con ética las mejores soluciones disponibles a las posibilidades del usuario, y quien tiene también la responsabilidad de orientarlo cuando a éste se le meta en la cabeza algún capricho de moda o idea descabellada de la cual podría arrepentirse después. Esa sintonía con el cliente no es algo fácil de lograr, sin embargo, es fundamental para llevar cualquier proyecto a buen puerto.
La plática podría haber seguido, pero los compromisos laborales del día siguiente nos recordaron que era tiempo para el descanso, me despedí de los presentes y después del colega, quien quedó en enviarme un ensayo que hizo sobre Joyce (James), tengo curiosidad por leerlo después de la experiencia que me compartió esa noche...
1 comentario:
www.pabloarteche.blogspot.com
Publicar un comentario