La cinta comienza cuando Joel (Jim Carrey) y Clementine (Kate Winslet) se conocen en un tren, previamente su primer encuentro fue cuando se habían dirigido miradas furtivas en una cafetería (¿o no?), de inmediato surge una atracción entre ellos que los hace pasar lo que resta del día juntos, todo parece ir perfecto, cuando de pronto el director cambia por completo e inteligentemente el planteamiento del filme jugando con la narrativa, las imágenes, los diálogos y creando una confusión entre lo real y lo onírico, el principio y el fin, de pronto entran en escena lugares como Lacuna Corp., en donde un médico (Tom Wilkinson) se dedica a eliminar de la mente de las personas los recuerdos de alguien a quien desean olvidar, y personajes como Mary (Kirsten Dunst), que ignora ciertos aspectos de su pasado y que le serán revelados la noche en que da rienda suelta a sus instintos y en la cual Stan (Mark Ruffalo) le borra a Jim todo recuerdo de Clementine.
Gran parte de la película transcurre dentro del cerebro de Jim y plasma el esfuerzo de éste por evitar que Clementine se le vaya de la memoria, cuando ya en pleno proceso se arrepiente de lo que ha solicitado a Lacuna Corp., Jim trata de esconderla en lo más profundo de sus recuerdos aunque sin éxito, ya que al despertar no le queda ni un recuerdo de lo que fue su vida con Clementine, pero la historia continúa y el desenlace plasma una reflexión sobre la aplicación de la doctrina de la predeterminación forzosa e ininterrumpida del acontecer natural (expuesta ya en la antigua filosofía del átomo de Demócrito y posteriormente llevada a un perfilamiento claro, transparente y matemático por la mecánica newtoniana, dentro de la ciencia occidental), a la vida y las relaciones de los seres humanos, ¿fantasiosa?, tal vez, pero interesante como ejercicio de reflexión...
Eterno Resplandor de una mente sin recuerdos es una buena película con buenas actuaciones, escrita por Charlie Kaufman, quien me sigue sorprendiendo después de escribir ¿Quieres ser John Malkovich? (1999), y El ladrón de orquídeas (Adaptation, 2002). Teniendo de antecedentes a estas dos buenas piezas cinematográficas, se intuye que se está ante una que se sale de lo convencional y que retará al espectador a inmiscuirse en la trama y compartir junto con el protagonista la confusión que se manifiesta en su cerebro...