septiembre 26, 2005

inesperado domingo...

Salí temprano rumbo a CU, la OFUNAM ofrecía Cármina Burana en su concierto inaugural de temporada, tengo una curiosa relación con la cantata profana de Orff, no pasan más de dos años para escucharla en vivo, curiosamente así es desde hace varios años, cada vez que la oigo me sigue despertando la misma sensación de terror, ansiedad, curiosidad y mórbido placer que sentí cuando mi padre me despertó un domingo temprano cuando niña con ‘la Cármina’ sonando a todo volumen (¡qué impresión!), pues tendré que esperar un rato más para escucharla otra vez: localidades agotadas y un mundo de gente buscando quien les vendiera boletos en el acceso de la sala, al ver aquello me resigné y opté por el festival cinematográfico de la filmoteca de la UNAM.

KaldaljósMe dirigí a la sala Julio Bracho y ví Kaldaljós (Luz fría) película islandesa de Hilmar Oddsson, visualmente gélida y sobria pero conmovedora, imaginativa e interesante por mostrar cómo gran parte de lo que un ser humano puede ser en su etapa adulta se define en su infancia. El darse cuenta, el tomar conciencia aún siendo niños de lo vulnerables que somos, de que el mundo no gira a nuestro alrededor, de que nada podemos hacer para proteger a quienes amamos, de que en cualquier momento nos pueden faltar nuestras figuras de autoridad, protección y compañía es un choque fuerte, es la pérdida de la inocencia (aún recuerdo vagamente mi momento), en ese aspecto me identifiqué con Grimar, el niño protagonista. La película me llegó muy dentro, me conmovió, me sacó sonrisas y lágrimas, la escena de Gottina ‘dormida en la nube’ fue tan hermosamente triste que me detonó el llanto y una mórbida sonrisa sarcástica de complicidad. ¡Hermosa cinta! El cine escandinavo sigue sorprendiéndome.

El filme también logró recordarme una antigua conexión que tuve con Islandia la gélida, a los trece uno de mis sueños era viajar a Reykjavik y conocer los paisajes y cultura de Islandia, en aquel tiempo dos islandeses que llegaron a Guanajuato despertaron en mí ese interés, Örn, amor platónico de secundaria, y Áshildur, estupenda músico solista poseedora de una belleza tan etérea que parecía haber salido del mismo Asgard para encantar a los oyentes en aquella sala de concierto, el escucharla fue una de las causas que me incitó a estudiar cierto instrumento musical. Islandia la gélida, tan lejos, tan apartada, pero sin embargo, there’s something about Reykjavik...

Ya por la tarde, después de una frugal comida y un café: El Péndulo, ocupaba yo un libro y entré buscándolo, Poeta, vi tu libro, estabas entre Wilde y Pessoa, un gusto enorme encontrarte ahí, recordé nuestras pláticas: enriquecedoras, edificantes y divertidas, gracias por la amistad, celebro 'las coincidencias que el azar o el destino nos brindan' (tus palabras)...

Soundtrack de la noche: Takk de Sigur Rós para el mood escandinavo (que rico se escucha el islandés cantado)...

1 comentario:

Jose-Luis dijo...

Uy, uy, uy, uy, uuuuuuuyyyy!!!!!!!
Carmina Burana!!!
Que envidia me das!!!!!
Y en la Netzahualcoyotl!!! Ahhhhhh!!!! Cuantos recuerdos!!!
Como tres o cuatro veces he escuchado Carmina Burana en CU.

Recuerdo vividamente una ocasion! Cerre los ojos todo el concierto...y mi imaginacion me llevo a brindar con esos monjes que alegres cantaban, bebian y comian!

Miser, miser!
modo niger
et ustus fortiter!

O a andar por jardines y praderas en una idilica primavera!!!

Oh! Oh! Oh! totus floreo,
iam amore virginali totus ardeo,
novus, novus amor est, quo pereo,
quo pereo!!!!

Extasico!!!
Gracias por los recuerdos y felicidades por ese maginifico domingo que te has dado!!